La pinguécula es una protuberancia benigna (no cancerosa) que se forma en la capa de tejido que recubre el ojo, la conjuntiva. Generalmente tiene un color amarillento y forma triangular. Crece muy cerca de la córnea, y, aunque puede aparecer en ambas partes de la córnea, suele estar en la zona más cercana a la nariz. Generalmente es muy pequeña, pero en alguna ocasión puede tener un mayor tamaño que la hace visible a corta distancia. Su crecimiento es gradual. Normalmente se manifiesta en personas mayores de 40 años, pero algunas veces puede registrarse entre la población de 20 a 30 años. No se trata de un problema definitivo, ya que suelen desaparecer solas, e igualmente existen diferentes tratamientos que permiten su corrección, y también se pueden tomar algunas medidas para intentar prevenir su aparición.

Su complicación más habitual es la pingueculitis, una inflamación de la pinguécula producida por ambientes muy secos, con viento y con exceso de radiación solar.

Como ya hemos dicho, el tamaño de las pinguéculas no suele ser muy grande, pasando desapercibidas a simple vista. Sin embargo, en algunas ocasiones, pueden crecer y ser percibidas a corta distancia. Dicho incremento es gradual y se da en raras ocasiones.

Habitualmente no afectan a la visión y se perciben como pequeñas manchas, pero siempre es recomendable acudir al oftalmólogo para que realice un diagnóstico y establezca el tratamiento adecuado. Se pueden tener una o varias pinguéculas al mismo tiempo.

Pinguécula

¿Cuáles son las principales causas?

  • Factores ambientales. Si bien no se sabe con certeza la causa de las pinguéculas, sí se asocia su crecimiento a una exposición frecuente a la luz solar, el polvo, viento u otras partículas del aire. Es decir, se considera que existe una relación entre las condiciones ambientales y la aparición de estas protuberancias. Por ejemplo, suelen aparecer en mayor porcentaje en personas que trabajan al aire libre y que están más expuestas a estos factores ambientales.
  • Ojo seco. Este es un problema que deriva de la falta de lágrima en el ojo o de la mala calidad de ésta, por lo que el ojo no mantiene la lubricación adecuada. Esto puede producir daños en la superficie de la conjuntiva, lo que puede llevar a la aparición de pinguéculas.
  • Envejecimiento. Hay estudios que demuestran la relación entre el envejecimiento y la aparición de las pinguéculas. Aunque también puede presentarse en gente más joven, es más habitual que esto ocurra en personas con más de 40 años.

Lo más habitual es que no presente síntomas más allá del bulto en el ojo y de una pequeña mancha. Sin embargo, en ocasiones puede producirse una infección de la misma produciendo lo denominado pingueculitis, la cual se asocia a la siguiente serie de síntomas:

  •  Sequedad en el ojo. Lo que lleva a una irritación ocular constante. Esto podría derivar en ojo seco, lo que agravaría aún más el problema. En este caso sería conveniente la utilización de lágrimas artificiales para lubricar el ojo.
  • Aspereza. Es una sensación en el ojo similar a cuando entra arena o polvo en el ojo.
  • Picazón. Esta infección puede evidenciarse por el enrojecimiento del ojo, especialmente en la zona de la córnea, el iris y la pupila. Este enrojecimiento puede venir tanto de la propia pinguécula como de la irritación por la sequedad.
  • Inflamación. Esta puede ocurrir en todo el ojo o en una parte de él, normalmente la conjuntiva. No suele suponer incomodidad para el paciente, por lo que puede que este ni siquiera sea consciente de la misma.
  • Cambios en la refracción ocular. Especialmente el aumento del astigmatismo.

Ante cualquiera de estos síntomas siempre es aconsejable acudir al oftalmólogo para una correcta valoración.

¿Cuáles son los tratamientos?

Normalmente suele desaparecer sola al cabo de unos días y no suele necesitar de tratamiento ni cuidados especiales, salvo en esos casos en que esté asociada a problemas visuales. En estas ocasiones, y dependiendo del caso concreto, el oftalmólogo considerará uno de los siguientes tratamientos:

  • Colirio o pomada: En aquellos pacientes con enrojecimiento e irritación severos. En los casos más leves valdrá con lágrimas artificiales y en casos más severos deberán usarse otros más específicos.
  • Cirugía: Este es un remedio para cuando ha de ser extirpada por el tamaño u otras características particulares, por ejemplo, que se haya producido por encima de la córnea y afecte severamente a la visión o cuando el paciente mantenga una infección prolongada en el tiempo y resistente a los colirios.