Es frecuente oír hablar del daltonismo o incapacidad para distinguir entre determinados colores (azul y amarillo, rojo y verde…). Un considerable número de personas sufre esta anomalía: ocho de cada cien, un porcentaje que es bastante más alto en hombres que en mujeres. Por lo general, un daltónico no tiene grandes problemas para desarrollar su actividad diaria con total normalidad, e incluso muchos no están diagnosticados y no serán conscientes a lo largo de su vida. Ahora bien, cuando ocurre en su forma más grave, la acromatopsia o monocromatismo, las consecuencias son considerablemente mayores.
De hecho, quienes sufren esta afección no pueden distinguir ningún color, solo apreciar matices de grises, como en aquellas antiguas películas en blanco y negro. La acromatopsia se presenta en una de cada 30.000 personas, lo que se traduce en que, en Asturias, por ejemplo, estaríamos hablando de unos 30 ó 35 afectados. Esto significa, según Feder, que el monocromatismo podría clasificarse como una enfermedad rara.
Causas
Según los expertos del Hospital Dexeus, el origen es principalmente genético: hace falta la suma de dos genes de portadores para que el descendiente presente la anomalía. El resultado es una alteración, desde el nacimiento, del funcionamiento de las células fotorreceptoras que son sensibles al color, llamadas conos.
También puede deberse a otras enfermedades, apuntan, como por ejemplo la ceguera adquirida a los colores, que tiene más que ver con la conexión del nervio entre el ojo y el cerebro.
Tratamiento y prevención
La acromatopsia de origen genético no dispone de una cura como tal, aunque sí existen lentes específicas para cada persona que ayudan a mejorar su visión. El Instituto Oftalmológico Fernández-Vega así lo asegura, aunque arroja algo de esperanza sobre los pacientes de esta afección: «No cabe duda de que este ámbito de la oftalmología está aún por explorar. Por lo que podríamos afirmar casi con toda certeza que, seguramente, las personas con daltonismo van a tener una mejor calidad de vida de aquí a unos años». Demos un voto de confianza a la ciencia.
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