Quizá padezcas por propia experiencia algunas de los defectos más corrientes de la visión: miopía, presbicia o astigmatismo. No es extraño, ya que, según los expertos, más de la mitad de la población española menor de 40 años es miope. En cuanto a la presbicia o vista cansada, un mal asociado por lo general a la edad, afectará a un 80% de las personas de más de 55 años.

Pero ¿sabes cuáles son, en realidad, algunas de las enfermedades más graves que pueden alterar nuestra visión?

Desprendimiento de retina

Según explica el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, La función de la retina es captar la luz y enviarla al cerebro a través del nervio óptico. «Esta fina capa de tejido nervioso recubre todo el interior del globo ocular y está adherida a otro tejido, conocido como epitelio pigmentario. El desprendimiento de retina se produce precisamente cuando ésta, aunque sólo sea en una pequeña zona de toda su extensión, se separa del tejido que le sirve de soporte». ¿Qué ocurre entonces? Que el área afectada deja de funcionar y pueda incluso romperse. «Si no se trata rápidamente, el problema el daño sufrido por la retina puede ser irreversible e incluso causar la ceguera», advierten los doctores Fernández Vega.

El paciente no siente dolor, pero existen siempre síntomas visuales como la aparición de moscas flotantes, o puntos oscuros que cambian de posición al mover el ojo. También se ven destellos luminosos o distorsión visual, lo que son síntomas más graves.

En cuanto a las causas, puede haber una predisposición genética, es decir, nacer con una retina débil o padecer miopía magna (con problemas en el fondo del ojo). En personas sanas puede ser consecuencia de un traumatismo directo sobre el globo del ojo, aunque también hay otros motivos. Los oftalmólogos aconsejan acudir cuanto antes a un servicio de urgencias para tratar el desprendimiento en sus fases iniciales.

Glaucoma

El peligro de esta afección es que se trata de una enfermedad silenciosa, en el sentido de que presenta pocos síntomas o es asintomática y, por lo tanto, quien la padece solo percibe una disminución de su visión cuando ya está avanzada. Según la guía de la clínica Mayo, el glaucoma es un grupo de afecciones que daña el nervio óptico, a menudo por una presión en el ojo más alta de lo normal.

El daño que produce es irreversible y por eso, dicen, «es importante realizarse exámenes oculares periódicos que incluyan medición de presión ocular». De este modo, como en tantas otras áreas de la medicina, lo mejor es la prevención.

DMAE

La Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), como dice su nombre, afecta a la mácula, una pequeña zona del centro de la retina que capta la visión de los detalles y el movimiento en la visión central, de modo que la lateral no suele resultar afectada. La causa suele ser la pérdida de líquido de los vasos sanguíneos que irrigan la zona, lo que causa un deterioro progresivo.

Suele presentarse en personas mayores de 50 años y se clasifica en dos tipos: seca o húmeda. La primera representa la mayoría de los casos, según la clínica Barraquer, en torno al 85%. Su evolución es más lenta a lo largo de los años. La segunda, aunque menos frecuente, es más dañina. La pérdida visual es «severa y rápida, en días o semanas», apuntan desde esa institución.

Existe actualmente algún tratamiento para retardar o incluso detener la pérdida de visión en la DMAE húmeda, pero la atrófica, advierten, aún no dispone de un tratamiento curativo.

Aniridia

La aniridia es una enfermedad poco frecuente que consiste en la ausencia parcial o total del iris, o anillo coloreado dentro del ojo, alrededor de la pupila. Puede ser ocasionada por un traumatismo, cirugía complicada o un defecto genético. Desde la Fundación IMO señalan que, dado que el iris regula la cantidad de luz, «un ojo con aniridia es como una ventana sin cortinas». El efecto, por tanto, es fotofobia o intolerancia a la luz, visión borrosa y baja agudeza visual.

Aunque por ahora no existe cura para la aniridia, «existen diversas opciones para minimizar las complicaciones que conlleva», e incluso mejorar la apariencia del ojo mediante lentes de contacto cosméticas o protésicas, iris artificiales implantables o microcirugía ocular de reconstrucción.

Especialmente en el caso de los niños con aniridia, dicen desde la Fundación, «es importante aplicar técnicas de estimulación y rehabilitación con el fin de favorecer el desarrollo del mayor potencial visual posible y evitar problemas de psicomotricidad». Finalmente, añaden, es de vital importancia revisarse periódicamente la visión para evitar que estas complicaciones vayan a más.