Quien más, quien menos ha acudido a una revisión de la vista (si no es así, no esperes más y reserva tu cita ya). Y si además formas parte de la mayoría de la población y no tienes una visión perfecta, es posible que hayas escuchado alguno de estos tres términos: hipermetropía, miopía y astigmatismo. Todas ellas son defectos refractivos e impiden que enfoquemos los objetos de manera correcta. Según de cuál de ellas estemos hablando, el error de enfoque será diferente y requerirá, por tanto, un tratamiento distinto. Estos conceptos suelen confundirse, a pesar de ser muy comunes, pero en nuestro post de hoy aclararemos todas las dudas que puedas tener para entenderlos por fin.

Cómo enfoca nuestro ojo

El arte imita a la vida y en el caso de nuestra visión no podría haberlo hecho mejor. Nuestros ojos están diseñados como cámaras fotográficas y a través de la córnea y el cristalino (nuestras lentes) enfoca las imágenes que vemos en la retina. Antes de seguir te daremos un dato curioso: ¿sabías que la imagen que se proyecta en la retina está en la posición invertida a la real? En esta parte tan importante de nuestro ojo, la proyección se transforma en impulsos nerviosos que llegan a nuestro cerebro a través del nervio óptico.

Podemos quedarnos aquí para explicar el tema que hoy nos ocupa. Cuando las imágenes de proyectan en nuestra retina de forma errónea, se producen los diferentes defectos refractivos: la hipermetropía, la miopía o el astigmatismo. Estos pueden deberse a la longitud que tiene el globo ocular, a la forma que tiene la córnea o también a la transparencia del cristalino.

La hipermetropía

La personas con hipermetropía tienen dificultad para ver de cerca. Esto se debe a que las imágenes se proyectan detrás de la retina, provocando visión borrosa o poco nítida de los objetos que se encuentran próximos. Algunos de los síntomas más comunes de este tipo de defectos refractivos es el dolor de cabeza y la fatiga visual, especialmente tras realizar actividades que requieren tener la vista fija en un punto cercano, como leer o escribir.

En ocasiones suele confundirse la hipermetropía con la presbicia (también llamada vista cansada), ya que ambas producen dificultad para ver con nitidez de cerca. Sin embargo, no son lo mismo. La presbicia deriva, generalmente, del envejecimiento natural de nuestro organismo. Con el tiempo el cristalino pierde la elasticidad para acomodarse al enfoque en diferentes planos, provocando problemas para enfocar normalmente los objetos cercanos. La hipermetropía, en cambio, puede producirse por un globo ocular demasiado corto o porque la córnea sea demasiado plana. Por eso, no depende de la edad y puede aparecer desde el nacimiento.

La miopía

Aquellos que tienen miopía tienen dificultad para ver de lejos. Ya sea porque el ojo es demasiado largo, o la córnea o el cristalino demasiado potentes, las imágenes se proyectan antes de la retina, provocando que los objetos que se encuentran lejanos a nuestra posición se vean borrosos o con falta de nitidez. Es muy fácil detectar que existe este tipo de problemas refractivos en niños, ya que les cuesta ver lo que está escrito en la pizarra, se sientan demasiado cerca de la tele o entrecierran los ojos al verla a una distancia normal.

El astigmatismo

Las personas que tienen astigmatismo presentan dificultad para ver de cerca y de lejos. Aunque suele ir asociada a otros defectos refractivos, puede aparecer sola. Las causas del problema son las irregularidades que hay en la curvatura de la córnea, lo que genera más de un punto focal. De esta forma, las imágenes aparecen distorsionadas y borrosas en cualquier plano. A diferencia de los otros dos defectos, el astigmatismo se mantiene estable con el paso del tiempo. Por eso, si se sufre un aumento drástico o aparece repentinamente se debe acudir al oftalmólogo.

¿Cómo se tratan los defectos refractivos?

Los defectos refractivos, como hemos visto, son muy comunes y su solución, generalmente, pasa por medir las dioptrías y llevar gafas o lentes de contacto con la graduación adecuada. También hay, en la mayoría de los casos, corregirlos mediante cirugía refractiva, eliminándolos prácticamente de forma permanente. Lo más importante es acudir a nuestras revisiones anuales para llevar un seguimiento de nuestra progresión y tomar las medidas necesarias, especialmente cuando se trata de defectos en niños. Es vital que la visión de los pequeños esté controlada mientras crecen, ya que el 20% de los niños en edad escolar padecen defectos de refracción significativos que pueden afectar a su rendimiento escolar.